Nuestras miradas se cruzaron,
salieron de mi boca ciertas palabras
a modo de confesión,
y te mostré
una mínima parte de mis gustos.
Inmediatamente
me regalaste complicidad,
y con una linda sonrisa
me acariciaste con tu respuesta.
"Okay...", dijiste asintiendo.
Cierro los ojos,
y recuerdo
hasta el más mínimo detalle
del conjunto de tus gestos,
tus manos entrelazadas,
tu atención dirigida,
y nuestras miradas
ignorando al resto,
magnetizadas.
Sonrío al viajar
hacia ese momento efímero,
único e irrepetible.
Un comienzo.
jueves, 14 de febrero de 2008
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