Un día como cualquiera,
teñido de primavera,
con cielo descolorado.
Un día algo asfixiante,
de esos en los que ni el ventilador ni la estufa
parecen lo suficientemente correctos.
Un día que presagia tormenta,
sin ser exactamente preciso.
Un día que despierta preguntas,
y adormece viejas dudas.
Un día que provoca sonrisas,
y deseos de no más frío.
Un día que se duerme,
para darle la bienvenida a otro.
martes, 4 de septiembre de 2007
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