Una suerte de peperino pómulo casó a mi prima segunda.
Qué ridículos que son los curas!
Con sus discursos diciendo nada, y tratando a los ya esposos como dos completos inútiles...aconsejando que pidan ayuda a sus padres ante las dificultades de la vida.
Durante esa tortura discursiva, me dediqué a escuchar (para después poder criticar), y a desear desesperadamente que se terminaran sus palabras de una buena vez.
¿No le daba vergüenza a este señor usar ese tono disparatado y correr el riesgo de ser comparado con un imitador televisivo de curas?
martes, 18 de septiembre de 2007
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