El polvo de tu cuerpo recorre las veredas de Buenos Aires,
te perdés entre la gente y los escombros de tu pasado,
te dejás llevar por el viento y finalmente te disolvés con el aire.
Ya no te busco, no intento encontrarte.
Sólo soplo los restos de polvo,
y hasta quizás guardo un poco en alguna caja un tanto oxidada.
Camino contenta y busco los rastros del sol,
aquellas cosas que iluminadas por los rayos más fuertes
me saludan y me invitan a navegar y a deslizarme
por el único arcoiris que puede llevarme hacia esos brazos, o hacia ningunos.
Hoy la soledad me sonríe y yo...le devuelvo una sonrisa.
martes, 4 de septiembre de 2007
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