Cierro los ojos y huelo la primavera.
Una brisa me acarica y me susurra
que definitivamente el aire está por cambiar.
Una incógnita se presenta y empieza a despertar misterio,
tu cuerpo aparece como un interrogante,
y tu imagen desprovista de algún nombre.
Abro los ojos y el espacio está cubierto de soledad,
la incertidumbre sigue invádiendome,
pero esa dulce esperanza de primavera
avanza y avanza, cada vez más fuerte.
Yo la espero sentada, pero ansiosa.
viernes, 31 de agosto de 2007
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