Pulmones llenos de oxígeno y de sensaciones anestesiadas.
Una retórica abandonada que adormecía mis sentidos y argumentos inmortalizados, en el marco de una realidad desfigurada, que devienen en conclusiones en demasía reflexivas para la víspera de fin de semana.
Me hundo ahí en el límite de la cordura donde nada existe. Donde nada permanece. Donde nada es.
viernes, 7 de noviembre de 2008
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