Es de día y recuerdo esa noche,
un río iluminado por la luz blanca
de una luna llena y redonda.
Una calma envolvente,
un sinfin de caricias,
y una paz permanente.
La invasión de mosquitos,
que casi no importaba,
el refugio con espirales
y una cama atrapante.
Tus gestos tan dulces,
y tus besos memorables,
un recuerdo muy lindo
de un fin de semana imborrable.
martes, 25 de diciembre de 2007
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