Si alguna vez mi inclinación hacia algún equipo de fúbtol (y saben que nunca he sido muy amiga de este tipo de transmisiones deportivas), me llevaba a nombrar a aquél que se viste de azul y oro; hoy, soy más de Boca que nunca.
Hace dos fines de semanas, tuve el privilegio de participar de una experiencia que ciertamente faltaba en mi background para poder decir que he vivido algunas cosas.
Fui a la cancha. A ver a Boca. Se enfrentaba contra Newell´s (tuve que buscar cómo se escribe). Entrar al estadio fue una odisea...los hinchas corriendo adelante, atrás y a mi costado. Cantando, y puteando. La ansiedad para ver a sus queridos jugadores los atrapaba y enceguecía, nada más importaba. Paramos cinco veces en esa especie de cola desordenada, hasta llegar al último control donde te palpan y finalmente cruzar el umbral donde están los molinetes electrónicos que reconocen los carnet de socios.
Ah, sí! Fui a la tribuna de socios. Esa ubicación es como estar en la popular según me cuentan, de pie, y lejos de la platea. Pero tampoco al lado de la barrabrava. Ellos están en las gradas de arriba, y nutridos de instrumentos que saben utilizar muy bien. Con sus bombos, platillos y trompetas producen color, sonido y alegría a todo el evento deportivo.
Una vez adentro, mis caderas se dejaban llevar y junto a mi cabeza marcaban el ritmo de la música. Además de mirar, bailé, bailé cada minuto en el que fui una hincha más.
Ubicados a tan sólo unos pasos más arriba que los jugadores, la visual era sin lugar a dudas una de las cosas que más atrapaba mi atención: el cielo azul y oro, las gradas cubiertas de ese amarillo tan puro y ese azul intenso. Banderas, carteles, remeras, todo el estadio convertido en una fiesta de dos colores, eterna y efímera.
Entre agua, marihuana, y algún paty, disfruté de tener a Rodriguito Palacios ahí cerquita (hasta podía verle su trencita en primer plano), y de buscar a Riquelme todo el tiempo!
Boquiabiarta, observé con delicadeza cuanta cosa estaba incluida en este paquete festivo y hasta el momento, para mí desconocido.
Una de las primeras veces que hubo situación de gol frustrada, mis rodillas se doblaron solas y automáticamente fui parte del "uhhhh" colectivo. De la misma forma, me quedé callada ante el silencio conjunto de absolutamente toda la hinchada observando ese tipo de jugadas límite cerca del arco contrario.
La fiesta, por supuesto, tuvo su clímax con los goles. Ambos sucedieron en el arco que más lejos estaba de mi vista, vi a la pelota revoloteando cerca de la red pero no exactamente ingresando al arco. De todas formas, el grito de GOL alegre, eufórico, desmedido, y sin límites, de mis compañeros boquenses me informó que "habíamos" concretado, y así dejé salir un susurro de gol de mi boca.
El segundo gol fue el momento más emocionante del partido, el que marcó la diferencia (luego de que el equipo contrario "nos" empatara), y ahí los abrazos, los ojos brillantes, y las sonrisas de los hinchas hicieron que me de cuenta de que esto para muchos, realmente vale la pena. Es un mundo aparte, un mundo de emociones, alegrías, frustraciones, y camaradería. Un mundo que acerca a gente desconocida, un mundo que se convierte en familia. Cuando estás en la cancha, estás con tu familia boquense, ésa que te mira emocionada ante un gol, y triste ante una desesperación. Se tienden la mano, se abrazan, y comparten un momento importante, sin siquiera conocerse tal vez.
Ojo, que hay un espacio para la creatividad también...ahí donde los hinchas sacan sus mejores canciones de aguante, y aliento. Sus más feroces ataques al clásico rival de por vida, y sus más sinceras felicitaciones a su gran equipo querido.
Otra, otra vuelta Boca!! Desde que la escuché por primera vez, no deja de estar en mi cabeza dando vueltas. Y ese estribillo sale de vez en cuando de mi boca, recordando ese día de Boca.
Para mí fue tan divertido, entretenido, y nuevo...que estoy a la espera de una segunda oportunidad. A ver si mis pulmones se entrenan un poco, y los gritos de gol vienen bastante más cargados.
La compañía, guía, y entusiasmo de mi hermoso compañero de cancha claramente aportó elementos positivos y decisivos a la cuestión. Hizo que cualquier temor que al principio hubiera podido tener al respecto de "avalanchas", empujones, o agresiones, quedaran en el olvido para que pudiera dedicarme a disfrutar del espectáculo entre sus brazos, con besos de oro y sonrisas azules. Sin él, nada de esto hubiera sido igual.
"Espectacular!"
* Gracias GoN. =)
lunes, 28 de abril de 2008
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5 comentarios:
mmm... no se preocupe, todo eso se le va a pasar el domingo que viene... :)
Saludos
Este fué un comentario de un hincha que solo pisó el monumental para ver un recital de Los Redondos...y ni siquiera me gustan (No digo que no haya sido una interesante experiencia)
Sin rencores!
Ramiro: Ja! Mire, yo no miro fúbtol y hasta me molesta un poco el fanatismo sin límites. Pero en serio lo de la cancha es otra cosa. Me gustó mucho. Esa cosa "del vivo" que se siente es indiscutible. Anyway, una buena experiencia.
Puta de mierda, cerrá el blog o te lo cierro.
Anónimo: No sé quién sos, ni por qué mandás esos comentarios ofensivos.
Ya borré uno tuyo bastante desagradable, y éste simplemente lo dejo para contestarte.
Si no tenés nada más interesante que hacer, lo siento por vos...pero no me jodas más.
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