Escucho de fondo esa música que para mí representa un momento, y casi al instante veo en un rincón de mis recuerdos esa figura que hoy se ha vuelto un símbolo.
Me devuelvo hacia el pasado y sólo puedo sentirte como un fuerte viento que choca contra mi cuerpo suavamente, me sacude de pies a cabeza y y se convierte en caricia que es deseo de permanencia. La misma intensidad y convicción con las que ese aire me envuelve, se sienten cuando el viento de pronto se esfuma...y con él se va mi ropa, mi encantamiento, y mi asombro. Una ráfaga pasó por mi vida, fugazmente efímera, para erizarme la piel y después dejarme desnuda.
A medida que pasa el tiempo me resulta cada vez más difícil mantener con cordura esa delgada línea entre la ficción y la realidad que existe en mi cabeza cuando te pienso.
Son apenas unas pinceladas indirectamente tangibles las que me sugieren que tu existencia no es producto de mi imaginación. Un pequeño contacto que a veces toma forma para volverse huella, prueba, ó evidencia de esos días. Pero ni siquiera.
Me devuelvo hacia el pasado y suelo puedo sentir tu paso por mi vida así. Invisible, fugaz, pasajero, intangible, efímero, con ímpetu...como el viento.
martes, 9 de septiembre de 2008
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